En medio de la dura sequía que afecta a la Región de Coquimbo en la última década, sumado a las consecuencias del cambio climático, emerge como una acción valorable que el directorio de la Comunidad Olla de Caldera adoptara la decisión de proteger un espacio en la quebrada de acceso al salto El Daín. Con ello se zanja un debate que en el último tiempo había generado distintas opiniones y acciones, sobre todo ante la petición de utilizar parte de las aguas sobrantes y la intención abierta de ocupar el recurso hídrico a través de mangueras.

Como ocurre en este tipo de situaciones, muchas de las discusiones se generan a partir de la falta de conocimiento del tema o simplemente porque se desconoce las bondades del territorio en debate.

Sin embargo, el directorio coincidió que se está frente a un verdadero vergel y oasis que se debe preservar. Es por ello que acordó no entregar goces singulares en las áreas a resguardar y avanzar en proyectos de ecoturismo que están en concordancia con las expectativas cifradas en La Pampilla en el sector El 22. Sin embargo, la interrogante de fondo es si la Comunidad, a través de su asamblea, está dispuesta a dar el siguiente paso que es convertir los humedales y bosques de la quebrada de El Daín en un Santuario de la Naturaleza. Las autoridades y especialistas admiten que se trata de palabras mayores, sin embargo, estiman que es el camino correcto si realmente se quiere proteger legalmente un espacio, principalmente, cuando  cada cierto tiempo aparece con fuerza el fantasma del impacto de La minería. Hay que admitir que en este caso el temor es más fuerte y fundado luego que frente al salto El Daín aún hay vestigios de yacimientos  de cobre y no se puede desconocer  que el camino que llegaba hasta la misma cascada fue construido por  el empresario que por años explotó los minerales y que fue destruido por los temporales de las últimas décadas. Es por ello que existen fundadas inquietudes que la actividad minera podría retornar, aunque precisamente por este temor, con mayor razón urge ampararse en un marco legal, que si bien no logrará paralizar faenas, pero sí respetar con mayor fuerza las áreas protegidas. De ahí que se espera con expectativas  las decisiones futuras de los comuneros, pero ya se dio el primer paso que es genera conciencia del cuidado ambiental.