El  28 de marzo  de 2023 se comunicó el deceso de  la señora Inés Lazo,  madre del integrante de la comunidad de Olla de Caldera  y ejecutivo de la Compañía Minera San Gerónimo, Patricio Rendic Lazo.  Su fallecimiento no pasó desapercibido en la localidad de Almirante Latorre,  luego que en su niñez estuvo viviendo en el sector  junto a sus padres. En octubre de 2015 entregó su visión de ese pasado en el libro ‘Almirante Latorre, Testimonios de 90 años’, donde profundizó su mirada sobre la localidad. Como un recuerdo de su aporte Periódico El Daín le entrega el extracto de la entrevista que a través de correo electrónico concedió en aquella oportunidad.

“El pueblo  de Almirante Latorre despierta nostalgia y un sentimiento especial.  De ahí se explica el cariño que embarga a las personas que nacieron y se criaron en el sector y que hoy vuelven como un símbolo de agradecimiento.  Pero, también este territorio dejó gratos recuerdos en las personas que llegaron a vivir por razones laborales y profesionales de sus padres.  Es el caso de Inés Agustina Lazo, quien se trasladó al lugar acompañando a su padre que fue nombrado encargado de la oficina del Registro Civil.  Era 1930 y el pueblo comenzaba a vivir la bonanza de la minería que se experimentaba alrededor y el apogeo del ferrocarril.  Sólo estuvieron hasta 1936, pero el tiempo suficiente para haber marcado su niñez.  Llegó a los 6 años junto a su familia. Era la segunda del grupo de seis hermanos.

Actualmente tiene 92 años (2015) y uno de los recuerdos que más atesora de esa época está ligado con su estadía en esta localidad, la cual visitó cada verano, aunque admite que hace años que no lo hace.

Vive en Santiago, pero mantiene una lucidez privilegiada de sus vivencias de infancia.  Su relato lo obtuvimos luego que le enviamos las preguntas a través de correo electrónico y le fueron leídas por uno de sus hijos, Patricio Rendic Lazo.  De hecho, él mismo ha logrado constatar este fenómeno después que como familia desarrollan un proyecto minero en las cercanías del pueblo, a través de la Compañía San Gerónimo y como integrante de la comunidad Olla de Caldera que tiene su sede en el pueblo. El sábado 10 de octubre de 2015 recorrió la localidad y la vivienda donde su madre y abuelos habían vivido y el colegio donde ella se educó algunos años.

Uno de los recuerdos más marcados que posee es del trabajo de su padre, sobre todo ceremonias especiales como los matrimonios.  “Nosotros nos escondíamos para ver las ceremonias de matrimonios.  Una vez llegó una pareja de campesinos a casarse y mi papá le preguntó ‘usted viene a casarse con la señora x, qué dice señor, está convencido, porque esto va a quedar registrado aquí.  El novio respondió ‘tendré que decir que sí no más po’. Esto es auténtico, esa fue la respuesta textual de la que nos reímos mucho.  Mi papá era el civil del pueblo.  A mí me encargaba en los veranos que le ayudara con los registros para que quedara todo ordenado e impecable”.

De la misma manera rememora con melancolía y nostalgia las visitas a las posesiones (majadas) ubicadas en las cercanías del lugar.  “El mayor recuerdo es cuando íbamos muy temprano a las famosas ‘posesiones’, puestos de fruta muy rica que comíamos con muchas ganas. No había mucho más que hacer en el pueblo”, confiesa.

Mientras su  padre ejercía en la oficina del Registro Civil, su madre Blanca Díaz Constanzo se transformó en la directora del colegio que funcionaba al lado de la iglesia. “La señora blanquita era muy querida.  Cuando alguien del pueblo se enfermaba iban al colegio a buscar a mi mamá para que los ayudara. Al llegar se oían los comentarios, ‘llegó la señora Blanquita’.  En el colegio sólo había una profesora además de mi mamá. Éramos 4 cursos con 30 alumnos cada uno y dos columpios grandes, la  única entretención. Había  libros de clases donde se registraban las materias pasadas.  Existían visitas mensuales de las autoridades de La Serena, quienes  inspeccionaban  cómo funcionaba el colegio.  En una oportunidad, se rompió el libro de clases y mi madre estaba muy preocupada, pero logró restaurarlo y pasó muy bien la evaluación.  Todos los fines de año había una gran fiesta del colegio a la que asistía todo el pueblo.  Era muy entretenido.  Los sacerdotes llegaban de La Serena y los recibíamos una vez al mes y se alojaban en nuestra casa”, rememora.

Enfatiza que su madre Blanca marcó una etapa en el establecimiento educacional, sobre todo por su dedicación a la enseñanza y el inmenso cariño que le entregaba a los estudiantes.

Había llegado al pueblo cinco años después de que se inauguró oficialmente la iglesia.  “La fiesta religiosa era todos los años en octubre en honor a santa Teresita del niño Jesús.  Llegaban en tren las autoridades de La Serena y las recibíamos en mi casa con cazuela. Esta fiesta era el evento más importante del año.  Mis papás eran las autoridades del pueblo. Mi madre la directora de la escuela y él a cargo del  Civil. Todos  los habitantes llegaban a consultar lo que les preocupaba”.

Durante los seis años que estuvieron en la localidad hacían vida familiar.  Incluso, su padre Clemente Lazo y sus hermanos, ayudaban a su madre en los quehaceres del colegio y de la iglesia  donde igualmente colaboraba en la  administración.

Asimismo, sus recuerdos están centrados en el apogeo que se vivía en el sector de Condoriaco.  “La mina era muy admirada por el pueblo luego que existía mucho mineral. Los habitantes estaban esperanzados con el resultado que tendría su explotación y lo  más entretenido de todo era cuando llegaba el tren”.